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Historia

Puente Jerez

 
El último escultor romántico de la fuerza y filigrana
— Julio López
 
 

Su nacimiento en Madrid, el 28 de junio de 1963 en la Avenida de los Toreros, hijo del gran pintor taurino Pepe Puente, marcaría su destino. Del padre heredó la pasión por el mismo universo artístico, pero su campo de expresión ganó cuerpo y se materializó en el arte de dominar los volúmenes, hasta llegar a la escultura en bronce, donde encontró su alma creativa.

De formación autodidacta y curiosidad innata, desde muy joven exploró la ductilidad de los materiales y su plasticidad, exponiendo por primera vez con apenas 15 años en el Círculo Mercantil de Madrid, donde sorprendió a expertos y artistas con el poder expresivo de sus esculturas.

Expulsado de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos por su maestro Máximo de Pablo –que se convertiría más tarde en gran amigo y mentor–, entra a trabajar como escultor en la Fundición Codina, donde aprende y practica los varios oficios en el proceso de realización de la escultura en bronce.

Durante ese período de aprendizaje y descubrimientos produce una gran cantidad de obras, destacando su homenaje al escultor Manuel Revelles (1940-2007): un encierro a escala natural con una extensión de 19 metros instalado en Colmenar Viejo, que realizó ampliando un pequeño conjunto escultórico del propio Revelles.

En este período Puente Jerez explora distintas técnicas, mientras modula su propio lenguaje expresivo, heredero de la gran tradición escultórica romántica, del plateresco español y de la orfebrería renacentista, a la que une una paleta de texturas, volúmenes y colores que lo conectan con las vanguardias. Va acotando su universo expresivo al arte de la tauromaquia, con caballos, toros y toreros llenos de fuerza, ímpetu y majestad y un simbolismo de inequívoca modernidad.

“El último escultor romántico de la fuerza y filigrana”, como lo definió el gran escultor y maestro Julio López, inicia una imparable carrera en España, Francia, Colombia, Ecuador y Méjico, alternando exposiciones y creaciones por encargo, más de mil obras, que van expandiendo y diseminando su producción artística, perteneciente mayoritariamente a propietarios privados.

En este periplo destacan las exposiciones individuales en la Primera Feria del Toro de Madrid, en la Plaza de Toros de Cali, Colombia, en la inauguración de las salas de exposiciones Antonio Bienvenida y Antoñete en la Plaza de Toros de las Ventas, en el Club Colombia en Cali, o sus exposiciones durante 5 años consecutivos en los jardines del Hotel Real de Santander.

 

 

Entre las muestras conjuntas tiene especial relevancia su participación en la exposición “Fundición de escultura Codina, 130 años de historia”, en que figura al lado de Julio López, Mariano Benlliure, Juan Cristóbal, Pablo Serrano y Victoria Macho.

Con 40 años de carrera, Puente Jerez ha creado diversos monumentos para particulares y ha realizado estatuas de diferentes personalidades del mundo taurino como como los diestros Juan Bienvenida, en San Lorenzo del Escorial; de Joselillo de Colombia), en Cali; O el ganadero y empresario José Luis Martín Berrocal (1932-2008), en su finca El Paraíso, en Oropesa. Aunque el mundo taurino sea el territorio expresivo de Puente Jeréz, el escultor se nutre de su naturaleza,  tradición y emociones para plasmar sentimientos universales, con un riquísimo vocabulario iconográfico que se nutre de las tragedias griegas, las composiciones escultóricas manieristas, las estatuas románticas o la policromía de texturas de las últimas vanguardias: “un abecedario completo de preocupaciones, pasiones, temores, soledades y nostalgias, dudas ¡benditas dudas!, amores y desamores, esperanzas y quimeras “ del hombre del siglo XXI, como bien apunta el torero y escritor Jesús Fariña.

 

En las esculturas de bronce de Puente Jerez sobresale la infinita gama de colores verdosos, rosáceos, ocres, y rojizos, que brotan de sus formas caprichosas, cicatrizando emociones irisadas y mutantes, que se enriquecen en cada nueva mirada. Pero su inquietud e incansable búsqueda, lo llevan ahora a una nueva aventura. En su última propuesta artística, “Soñando de un sueño soñé”, inspirada en la trágica historia de amor entre Manolete y la actriz Lupe Sino, convierte las esculturas en atormentados actores de bronce, con una dramaturgia enriquecida con texto, movimiento, iluminación y espacio escénico. Sus estatuas anhelan ahora contar historias y Puente Jerez se ha unido a Eduardo Pérez de Carrera y a Irina Kouberskaya para darles voz.

 
 

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